El Poder Hoy

La fauna de enero

LA PLATA, Enero 31.-Entre los desaciertos del Gobierno y las torpezas de la oposición, la Argentina vivió un enero incomprensible. Afuera acechan los buitres y adentro esconden la cabeza como si fueran avestruces. ¿La máxima es cuanto peor, mejor?

 

La última semana del primer mes del año cerró con pérdidas políticas muy grandes, no sólo para los k sino también para la oposición. El vértigo y la realidad argentina han demostrado cómo un simple empleado de la Nación -jerárquico, es cierto, pero empleado al fin- puede convertirse en el centro de todos los intereses, incluidos los de aquellos opositores que se han acostumbrado al sainete.

 

Empleado, digo, porque todos los argentinos pagamos el salario del ahora ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, que no tenía derecho alguno a decir o hacer todo lo que hizo por fuera de la carta orgánica de esa entidad.

 

Sentirse lastimado por el poder central es no comprender el poder de uno y de otros; es entrar o dejarse llevar a la locura de creerse con derecho a decir y hacer lo que está fuera de su alcance. Y así le fue...

 

Paralelamente, los k siguieron despilfarrando las cuotas de poder que aún les queda. Sólo que ahora lo hicieron con inusitado desparpajo y ausencia de decoro. Veamos: en una de sus últimas alocuciones, la Presidenta, además de subrayar el exquisito sabor de la carne de cerdo, ensalzó sus presuntas virtudes afrodisíacas. Luego le aclaró a todo el mundo que cuando regresara a Olivos, Kirchner la podía matar. No me imagino ningún otro presidente del planeta diciendo que su consorte, sea hombre o mujer, puede inclinar la balanza sobre algo que haya dicho o hecho la persona que fue elegida por el pueblo. La verdad, es increíble.

 

Los buitres

 

Los K fueron, además, los que abrieron las posibilidades de que volvieran a acechar esos bichos negros, arteros y desagradables que son los fondos buitres, como tantas veces lo explicó la Presidenta.

 

Ella intenta explicarlo de mil maneras distintas, pero fue el Gobierno el que les facilitó el camino, y ahora están ahí dispuestos a depredar, a apoderarse de lo que no es de ellos, sino de los argentinos.

 

Ensayemos el saludable ejercicio de la memoria: fue el gobierno de Néstor Kirchner el que, entre fines de 2005 y comienzos de 2006, pagó la deuda externa al FMI y presentó esa epopeya como una segunda declaración de la independencia nacional, que debía celebrarse con bombos y platillos.

 

En aquel momento se dijo que la operación nos obligaba a abonar sólo lo que se había acordado, con fuertes quitas que favorecían a nuestro país, que -al mismo tiempo- se colocaba en una suerte de plataforma de lanzamiento hacia la recuperación económica.

 

La recuperación jamás ocurrió, o al menos pasó inadvertida para la inmensa mayoría de los argentinos. Encima, esas quitas comenzaron a ser reclamadas por estos depredadores de ala negra, que se presentan como supuestos acreedores.

 

El Estado nacional no tiene en sus cuentas y balances ninguna deuda con los buitres. La deuda no existe, pero ellos están pugnando por cobrarla. Y si llegara a reconocerse, el país no sólo tendría una deuda mucho mayor a la que se conoce, sino además un tendal de intereses que la multiplicarían.

 

Torpezas e ignorancias de esta magnitud pocas veces se han visto, y las consecuencias pueden ser devastadoras para un país que tiene al 40% de su población subsistiendo bajo la línea de la pobreza, y que aún no ha logrado resolver cuestiones tan elementales como el empleo, la educación universal y el acceso a los servicios básicos.

 

Los avestruces

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