Opinión

La no asociación en análisis

Lic. María Cecilia Doval especial para PergaminoCiudad
Lic. María Cecilia Doval especial para PergaminoCiudad

Me llama la atención, la falta de asociación de algunos sujetos en tratamiento, lo que por momentos me ha hecho dudar de mi lugar de analista, si bien son pacientes que continúan asistiendo a su espacio…

Lo llamativo de esto es que son personas que en su vida laboral y social se manifiestan “exitosas”, si quisiéramos ponerle un nombre a su desempeño. Y teniendo en cuenta los textos de Freud: “Consejos al médico” y “Sobre psicoterapia”, entre otros, donde hace referencia a qué pacientes están aptos para iniciar un tratamiento psicoanalítico.

Los logros y el desarrollo de la vida de quienes les hablo,  ante el afuera, son culturalmente óptimos. Sin embargo, a la hora de conectarse con su mundo interno, de asociar, de relacionar lo consciente, que les ocurre aquí y ahora, con  actos fallidos, lapsus, sueños como manifestaciones del inconsciente, no pueden hacerlo.

No existe para estos sujetos, relación entre el hecho concreto, y aquello que fue enviado al inconsciente,  e irrumpe “queriendo decir algo”. Esto es lo que Freud denomina represión: mecanismo de defensa, que hizo que eso se haga inconsciente. Se debe al hecho de que la conciencia no está dispuesta a soportarlo, por lo que el sujeto “decide” enviarlo a esta otra instancia psíquica, sin embargo, aparece y reaparece.

¿Qué pasa con estos sujetos, que no pueden, en análisis, conectar? ¿Es éste el mismo resultado de la represión, del que hablaba el maestro del psicoanálisis, en el paradigmático Caso Dora?

¿Qué ocurre, que a pesar de tanta resistencia, continúan asistiendo a terapia? ¿Qué encuentran aquí que hace que no abandonen el tratamiento?

Después de éstas y más preguntas, que llevé a supervisión y a otros ámbitos también, (donde pude conversarlo principalmente con una colega en el consultorio y con una brillante alumna, de 5º año de  la Asignatura TOK, que dicto en el International Baccalaureatte, de una institución educativa*); considero, que esta imposibilidad, tiene básicamente, que ver con los prototipos impuestos en determinados grupos sociales, que no necesariamente están establecidos por las clases, sino más bien por la cultura.

Me refiero a “lo que hay que ser”, no importa lo que cada uno desde su individualidad quiera ser, interesa y mucho lo queda bien. Esto, de más está decir, viene dado desde afuera, pauta que anula el propio deseo. Donde todo se transforma en bueno o malo, blanco o negro. Donde no hay posibilidad de opciones, no hay lugar para lo diferente, lo propio, lo personal. Viene  a modo de imposición: “debes ser esto, no cuestiones constructivamente, no pienses, sólo dale para adelante y hazlo de esta forma”.

Por eso cuando se los invita a pensar, no lo logran, y tampoco quieren, porque ya han recibido demasiadas órdenes. Y es el espacio terapéutico el único lugar, aunque suene paradójico, donde pueden éstos pacientes dejar traslucir algo de su deseo (ó goce). Quizá no de la forma más óptima, porque no es apropiándose y poniéndolo de manifiesto, sino oponiéndose a este otro u Otro, que es sentido por momentos, como aquel otro u Otro que viene “a enseñar” cómo desear…

Lic. María Cecilia Doval.

Psicóloga.

Psicopedagoga.

Posgraduada en Hospital Psiquiátrico de La Habana, Cuba.

 

*(A quienes deseo agradecer los intercambios conceptuales, teóricos e ideológicos que compartimos semana a semana).

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