Visión

Las mujeres también sufrian crímenes sexuales en los centros clandestinos de detención

Por Blackie Walsh, de la redacción de www.laotracara.info

Se conmemoraron 48 años del último golpe militar en Argentina, el más brutal, perverso y criminal: fue un genocidio. Pero las mujeres también en la dictadura fueron las que más tuvieron que soportar el horror: hablamos de las detenidas y miles de ellas desaparecidas.

En los 340 centros clandestinos de detención que funcionaron en Argentina entre 1976 y 1983, las mujeres sufrieron una violencia distinta en relación con los varones. Es incuestionable que no se trató de excepciones sino que tenían “un carácter rutinario, extensivo” y sistemático. 

Lo certifica el hecho de que en los testimonios es permanente la referencia a vejámenes, humillaciones, manoseos, acoso, desnudez, violaciones y tortura en los genitales. ( la mayoría de los testimonios se pueden ver en los nuevos juicios a torturados que se realizaron ante todo desde el 2010).

Esta tortura psicológica y física no se terminaba al ser legalizada la detención de la mujer. También se instauró una política de centralización, aislamiento, desarraigo y destrucción en las cárceles. 

Sin embargo, se emplearon distintas técnicas para varones y para mujeres. Mientras que a ellos los rotaron sistemáticamente por varios presidios, provocando la desesperación entre los familiares, a ellas las exhibieron como objetos de exposición de la lucha contra la subversión en la cárcel, por ejemplo la de Villa Devoto.

La antropóloga, investigadora y escritora Rita Segato define su concepto de femigenicidio: “Se trata de crímenes impersonales que afectan a una gran cantidad de víctimas, a partir de un número menor de mandantes y son ejecutados por quienes obedecen a esos mandantes. Aquí la violación y la destrucción del cuerpo de las mujeres se revela como arma de guerra¨

El Tigre Acosta y otras bestias que violaban

El Tigre Acosta, alias del capitán Jorge Eduardo Acosta, condenado a prisión perpetua por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), sucesivamente acosó y violó a varias secuestradas. Él tenía bien claro el peso simbólico que tenía que ellos se apropiaran de los cuerpos. 

La historia de Graciela García Romero, la Negrita, que estuvo en la ESMA tiene un gran mérito que es haber hecho un proceso interno que le permitió denunciar por violencia sexual nada menos que al Tigre Acosta. 

Sara Osatinsky, Quica, mujer de Marcos Osatinsky, uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) denunció que había sido violada, luego de haber perdido a su marido de una manera terrible, y a sus dos hijos adolescentes. 

El caso de Silvia Suppo, es terrorífico, fue obligada a abortar por su torturador que la había dejado embarazada. Ocurrió en Rafaela, Mendoza. Antes de hacerla abortar, desde el grupo de tareas que la secuestró, le dijeron: “Hay que remediar ese error”.

Condena

El fiscal Federal porteño Federico Delgado, en el marco de un extenso escrito pidió la indagatoria de siete jerarcas militares y de otros cinco militares y miembros del Servicio Penitenciario Federal (SPF) por los delitos de violación y abuso deshonesto cometidos contra catorce mujeres en el centro clandestino de detención El Vesubio entre 1976 y 1978. 

El fiscal remarca la autonomía de los delitos sexuales como otro crimen diferente en los centros clandestinos de detención, teniendo en cuenta que de forma frecuente los operadores judiciales utilizan la figura de tormentos para calificar aquellos crímenes. "Si no reconocemos la dimensión de género que contienen las violaciones y abusos sexuales, estaríamos ayudando a perpetuarlas", citó el fiscal.

El pasado no es pasado cuando una gran parte de la sociedad mira para otro lado y mantiene el : algo habrán hecho. No es pasado, es el presente continuo.

Hoy en Argentina, las torturas se ejercen de otra forma y las violaciones a los derechos humanos sobre las mujeres continúan. Tanto es así que hasta las denuncias por violencia extrema no se condenan, y los jueces no aplican ninguna sanción más que una perimetral.

Es urgente el apoyo del Estado y el cumplimiento de la leyes por parte del Poder Judicial. De otra forma, las mujeres seguiremos siendo torturadas. Siendo mamás, estando casadas o solteras. 

Los avances del feminismo existen, pero la violencia y los crímenes también.

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