Policial

Crónicas de la Argentina violenta: el caso de la familia Pomar

En estos días de entrevistas con policías, sociólogos, políticos e investigadores para intentar retratar de la forma más fidedigna posible la creciente violencia que padece Buenos Aires, me encuentro con el caso de la familia Pomar, que muestra cuán esperpéntico puede ser el espectáculo cuando confluyen en un mismo escenario las miserias del poder político, la administración pública y la prensa.

Sé que no resulta muy original decir que sería el argumento perfecto para una novela, pero además lo es. Una familia que parte de vacaciones y que desaparece antes de llegar a destino. Y la policía que monta un vasto dispositivo de búsqueda, quizás potenciado por el interés social que despierta el caso, al que los medios de comunicación siguen en riguroso directo.

Patrullas a pie, helicópteros, coches, perros, que recorren los 580 kilómetros de carreteras principales y secundarias que van desde el último peaje que pasó la familia – en el que las cámaras de televisión grabaron al coche Fiat Duna rojo en el que viajaban – hasta el destino final: la ciudad bonaerense de Pergamino.

Los problemas comienzan cuando pasan los días y la familia no aparece. Entonces la policía empieza a investigar a los desaparecidos en busca de pistas sobre su paradero. Estas investigaciones dan lugar a innumerables conjeturas, que convierten a la familia Pomar en víctimas por partida doble, ya que políticos y policías filtran estas teorías para tratar de ocultar así los nulos resultados de las labores de rastreo.

Un buen reportero

La prensa, hambrienta de dar exclusivas, de alimentar al instante el show de la noticias, se hace eco de estas teorías sin detenerse a contrastarlas, a valorar el agravio que significaban para los parientes de los Pomar, que no sólo habían perdido el rastro de sus seres queridos sino que a todas horas encontraban en los medios versiones no poco escabrosas sobre quiénes eran y qué podría haber sido de ellos, en especial el padre: Fernando Pomar.

Así resume la revista Noticias todo lo que se dijo de los Pomar durante los 24 días que estuvieron desaparecidos:

Las versiones que surgían tanto de la Policía, del Ministerio de Seguridad y de la propia fiscalía trataban a Fernando Pomar de violento, deudor, golpeador, narcotraficante, psicópata, pistolero y abusador de menores. Le endilgaron un arma que nunca compró y deslizaron que sabía fabricar drogas sintéticas cuando, según su abogado, "no sabía ni hacer lavandina".

Al final, el pasado martes 8 de diciembre, el coche de la familia apareció en el lugar más lógico: una curva peligrosa situada a apenas 60 kilómetros de Pergamino, por la ruta 31, que era la que tomaba siempre la familia. En el vehículo, que se encontraba a apenas 20 metros de la calzada, estaban los cuerpos sin vida del matrimonio que formaban Fernando y Gabriela Pomar, y sus hijas Candelaria, de 6 años, y Pilar, de 3 años.

Desde entonces, el ángulo de la investigación ha variado y ahora son los políticos y las fuerzas de seguridad quienes están siendo investigados. Ahora se sabe que al menos dos personas llamaron al número 911 para denunciar que había visto el coche volcado y que es muy probable que quien lo encontrara después de 24 días fuera un ganadero de la zona. La familia está estudiando tomar acciones legales.

Con respecto a la prensa, rápidamente se ha sumado al coro de condena contra los responsables de la operación. Ni por un instante ha reflexionado sobre si fue correcto o no difundir las injurias y teorías agraviantes contra cuatro personas que no tenían posibilidad alguna de defenderse, ya que no habían sido secuestradas ni tenían relación con el narcotráfico, simplemente estaban donde era lógico, por más que en la Argentina contemporánea hasta lo absurdo parezca posible.

Fuente: 20 minutos.es

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