Por Martín López Lastra
La designación de Ricardo Casal como ministro de Justicia y Seguridad era para muchos la conclusión de un secreto a voces durante los últimos dos meses. Eso lo dicen quienes hacen su análisis con el diario del lunes. En realidad se conocía que la estadía de Carlos Stornelli en su sillón como funcionario tenía una cuenta regresiva.
Casal, -un funcionario de experiencia, que recibió una gran señal de confianza de Scioli desde los meses previos al inicio del mandato- está alcanzando tal vez una de las etapas más importantes de su carrera institucional. Pero este es el mayor desafío...
El hombre, quien pasó a ser uno de los más importantes del gabinete provincial –en un pequeño círculo del cual ya forman parte Alberto Pérez, Javier Mouriño y Eduardo Camaño - meditó durante al menos tres días el ofrecimiento que el gobernador Daniel Scioli le había hecho el sábado anterior. Tras los sondeos de rigor que suelen hacerse antes de avanzar con la aceptación, finalmente dio el sí el lunes, habilitando así la serie de preparativos para el gran anuncio.
Según trascendió la duda invadió al flamante superministro por unas cuantas horas. Pero se inclinó por la afirmativa finalmente como lo suele hacer todo funcionario que se dice fiel a un modelo y a su referente. Por otra parte, según evaluó, dar la negativa al ofrecimiento podía implicar quedar debilitado ante un ofrecimiento, de parte del gobernador, que lo potenciaba políticamente.
Por otra parte, muchos asuntos de su, hasta hace unos días, agenda específica tenía resonancia en Seguridad, con reclamos que debían ser motivos de elegante pero intrincada disputa. Ahora podrá observar en vivo y en directo como resolver problemáticas sobre las cuales era un peticionante más. Por caso detenidos en comisarías, redistribución de efectivos policiales y recursos materiales para combatir el delito.
Scioli necesitaba de la aceptación del reemplazante de Carlos Stornelli para poder amortiguar el despido de este último, que para nada fue eclipsado por la unificación de carteras y así dio su veredicto la interpretación de la prensa en general. La amortiguación de marras se logró parcialmente pero evitó un sacudón aún mayor para quien hoy, políticamente, se está jugando cuestiones importantes respecto de su carrera.
Casal supone que el plazo de un año en ese cargo clave será la gran prueba de tolerancia que puede llegar a tener en ese escenario emblemático donde se cruzan a diario reclamos del poder y de la comunidad que sustenta ese poder.
La supervivencia en tales funciones depende de muchos factores de los cuales dependen de la propia cintura política y de gestión, pero también de la capacidad de amortiguar aquellos golpes que impacten como consecuencia de situaciones que son imponderables e ingobernables.
Son estos los casos policiales emblemáticos de asaltos espectaculares, homicidios, salideras bancarias trágicas sobre los cuales, a veces, hasta se llega a suplicar que no tengan sede en territorio provincial, porque luego la presión se instala y con fuerza hasta pretender ganarle la pulseada a cualquier gestión.
Por lo pronto, el primer desafío es avanzar con algo que su antecesor Stornelli intentó con parcial éxito en los primeros meses y fue instalar agenda de gestión y esperar a que la llamada opinión de los medios concentrados, ligada a la opinión pública, definan si se les puede dar plazos de maduración a las decisiones ejecutivas de esa cartera. .