Por Silvana Trotta (*), especial para PergaminoCiudad.
Muchas
veces las parejas en etapa de noviazgo (a corto o mediano plazo), reproducen
modelos vinculares que traen de sus propias familias: el adolescente varón, con
su sesgo machista y la adolescente, con su ideal de amor romántico que todo lo
puede: Esta conjunción muchas veces lleva a entrelazar, dos historias, dos
modos distintos de ver la vida en común.
Modelo
que se sostiene, si no hay negociaciones sanas para generar un vínculo
armonioso, que, desde “el vamos”, está cargado de mandatos y tabúes respecto a
lo que “debe ser un hombre y lo que debe ser una mujer”
Pero
también las nuevas formas de nominar al noviazgo también cambian: “amigovios”,
“amigos con derechos” y otras tantas formas de decir aquello que en otras
décadas no tan pasadas, pertenecía al campo de lo prematrimonial, en términos
de pasaje y etapa a la vida adulta y “responsable”.
El
nuevo discurso adolescente se pone en acto, con formas alternativas de
vincularse: ya no hay un proyecto de vida común a largo plazo como deseo, sino
que las energías están puestas en vivir como “amor-consumo, amor descartable”,
donde se priorizan las necesidades individualidades, y no de la pareja, dónde
el pasaje exogámico se diluye y cada quien, siempre vuelve a casa de mamá y
papá.
Pero
esto no es responsabilidad solo de las y
los adolescentes. En un mundo regido por lo imprescindible, donde todo
es pasible y posible de comprar y/o descartar, los vínculos no están exentos de
esta categoría, dónde los adultos muchas veces navegamos por la era del vacío
existencial, (a decir del filósofo G. Litpovesky): ese es el espejo en dónde se
miran nuestr@s adolescentes.
Acerca de la violencia que no se ve
La
violencia en el noviazgo está naturalizada por los propios protagonistas y por
la sociedad: se cree que en esa etapa de la vida, los jóvenes carecen de
compromiso a futuro, para vivir solamente en un presente continuo de control y
posesión uno sobre el otro, sin proyectos que sustenten un pasaje a la vida
adulta. La lectura adolescente sobre la violencia se grafica sólo por golpizas.
El resto es: “lo hago porque te quiero”
El
varón reproduce el modelo de poder y control: la joven, de ser cuidada/celada, como
un acto de amor. Las nuevas tecnologías también influyen y construyen nuevas
formas vinculares de vigilancia y castigo, que dan cuenta de la gravedad de la
problemática.
Se
hace necesario visibilizar la violencia, en los primeros vínculos amorosos desde
nuestro lugar de adultos, en la escuela y en los clubes. En la propia familia,
(cuando hay posibilidad de generar lazo subjetivo), y demás instituciones por
las que circulen pibas y pibes, que nos permita prevenir conductas violentas. Poder trabajar esos vínculos nocivos, para
deconstruir mitos y mandatos de género.
La
violencia en los noviazgos es una primera y lamentable etapa, donde sus
protagonistas quedan entrampados en el “porque me quiere me cela/ me cuida de
la malas juntas” que de no culminar, sigue en el ámbito de la violencia doméstica,
reproduciendo una vez más, el modelo hegemónico patriarcal.
(*)
Psicóloga social y Diplomada en Estudios de Sexualidades y Géneros
silvanatrotta@ymail.com